martes, 20 de octubre de 2009

Entre Juana y María

Mi novio y yo siempre vamos a pasar los fines de semana a un hotel en Pueblo Libre, es como nuestro departamento. Casi siempre es la habitación 202. A veces llevamos cosas para cenar, a veces llegamos ebrios de una fiesta y a veces, nos drogamos. Ocasionalmente, él lleva yerba aunque no soy muy aficionada a ella porque jamás he sentido nada especial al fumarla, simplemente me pongo más malhumorada que de costumbre.

Sin embargo, la última vez fue completamente distinta. Estábamos medio desnudos en la cama, él saco una pipa de coco más eficaz que mi elegante pieza de madera y fumó, luego me la pasó y jalé tanto que me atoré. Esa noche fui verde, morada y roja. Se me cerró el pecho, tosía como loca, él comenzó a vestirse desesperadamente para llevarme a la clínica y cuando ya estaba listo, todo se detuvo.

No se detuvo mi corazón tampoco dejé de respirar, pero sentí como el cerebro se me llenó de humo, fue como si me tragara un enorme nudo estando de cabeza. Pasado el susto, nuestras reacciones no fueron habituales, él estaba preocupado por lo que me había pasado y yo hablaba incoherencias, luego de mis cantinfladas, él reía demasiado.

En cierto momento, mientras yo jugaba con sus pies debajo de la sábana, pasó algo extraño. Juana la loca, paseaba alrededor de la cama. Tengo una obsesión con ella, una relación conflictiva y excitante, me encanta y me da curiosidad saber de su vida pero siempre pensé que si la hubiese tenido cerca se me escarapelaría la piel.

Me tapé por completo con la sábana, mi novio me preguntó "¿Qué te pasa?" y le conté, nos abrazamos, nos cubrimos y no fue suficiente, Juana seguía rondándonos y cada vez me daba más miedo. Convencí a mi chico para escondernos de ella y creímos que el lugar más seguro, era debajo de la cama. Ahí pasamos parte de la noche.

Ese día concluí que la buena María te atora y te hace alucinar

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