viernes, 16 de octubre de 2009

Afectos en alcohol

Eran casi las 2 de la mañana, yo había estado bailando desde la media noche en el Yacana y todo parecía tranquilo.Ese viernes llegué sola, esperaba a unos amigos y como no llegaban, me fui a bailar en un rincón. De pronto me rodearon muchos tipos y yo me le abalanzaba a uno, que pensé que era mujer, cuando veía a un mañoso por ahí.

Con tanta cerveza y tanto baile me dieron ganas de ir al baño, crucé al otro extremo del bar, entré asegurando bien la puerta y al salir un tipo me arriconó contra la pared del pasadizo y me dijo "te doy todo lo que quieras pero quédate conmigo". Lo miré desconcertada, viéndolo poner billetes en mi escote tonero, ni siquiera me fijé de cuánto eran, los saqué inmediatamente y me quedé mirando al susodicho completamente consternada pero con algo de compasión. Luego pensé "si es que nunca tengo nada que perder, ¿por qué no arriesgarme a saber qué es lo que quiere este pobre diablo?"

"Está bien, me quedo contigo". Me llevó a la barra, dónde había estado bebiendo y me dijo que pida lo que quiera y yo elegí cerveza, como siempre. Por un momento intenté hablar de algo coherente con él pero era imposible, estaba muy ebrio, intentó besarme pero al ver su boca babosa volteé la cara y le dije "¿Qué te parece si mejor vamos a otro lado?". Hasta ahora no entiendo bien por qué le propuse eso, fue algo de momento.

Pagó lo que no acabamos de consumir y nos fuimos. En ese instante, pareció habérsele quitado lo borracho y a la luz, era muy guapo. Tomé ventaja y le pedí al taxista que nos lleve a Magdalena, a un hotel que queda a dos cuadras de mi casa.

En el auto, este chico al que nunca pregunté su nombre, me miraba y me tocaba el cabello, no se puso faltoso como al inicio, en determinado tramo del camino se recostó sobre mi pecho sin decir nada. Saqué dinero de su billetera y pagué la carrera.

El guachimán del hotel me ayudó a llevarlo dentro, otra vez saqué dinero y pagué la habitación, pero esta vez vi en su billetera varias fotos rotas de una misma chica, ahí entendí el por qué de su borrachera. Entramos y nos sentamos. Yo no pretendía tener sexo con él, sólo me mataba la curiosidad por saber qué le había ocurrido, por qué se había puesto así. Él quiso tocarme y me negué, de hecho no tenía ni como ponerse violento porque me lo bajaba de un lapo. Luego se puso a llorar y me contó su drama, que no tendría lugar en este relato, lo escuché hasta que se quedó dormido.

A las 4 de la mañana, volví caminando a casa.

2 comentarios: