martes, 29 de septiembre de 2009

Los universitarios

Yo acaba de hacer el amor por primera vez (bueno yo creía que acaba de hacer el amor, lo que había hecho había sido “tirar”, tirar por primera vez con el novio que se convertiría en el “mal amor de mi vida” y que por cierto no me llamó a la mañana siguiente). No era ni tan chiquilla ni tan inocente, pero tenía 19 años y nunca había tenido sexo. Eso había sido una semana atrás, un jueves que no fue nada santo.

En el ahora de esta historia es lunes y estamos en la universidad. El novio malo había estado conmigo un rato, había llegado a buscarme después de su “desaparición”. Estuvimos un rato dando vueltas por la universidad. Estuvo un rato y se fue a ver a una amiga con la que había quedado, yo no quise acompañarlo.

Yo estaba con Chari, la Negra y Humberto queríamos ir a tomar un trago, no recuerdo bien, pero creo que alguien tenía una botella o que el trago era mas barato si lo compramos en alguno de los huequitos de la Colmena. No recuerdo de quien fue la idea supongo que de Chari o de la Negra pero decidimos ir a tomar a un hotel. Caminamos y llegamos a un hotel que se llamaba “Mochica” (ahora ya no existe, es una casa clausurada), que estaba por el cine Tauro. En la recepción nos preguntaron si nos quedaríamos toda la noche, la Negra dijo que unas horas nomás. Ella que lo sabía todo y que algunos años después les enseñaba a las chicas de la universidad como abortar fácilmente y sin dejar huellas, nos explicó que ese era un hospedaje para tatuadores, que por eso no se hacían palta por los grupos. No me acuerdo si pagó Humberto o hicimos una chancha (eran s/.10). Seguro debe haber pagado Humberto porque el era muy educadito. Me acuerdo que habíamos comprado un “pasitas”, que era un pisco barato (y asqueroso) que se mezclaba con jugo de naranja. Le decían “pasitas” porque en el fondo de la botella habían 3 pasitas. Entramos al hotel y nos tiramos en la cama. Empezamos a hablar de confesiones, de sexo, de la universidad, de los compañeros, de los novios, de nuestros encuentros sexuales. No recuerdo en que momento me sugirieron que llamara al novio. Y yo que no quería, lo llamé. Llegó rápido. En un taxi. Con una botella de ron. Nosotros ya estábamos bastante avanzados. Ahora que recuerdo nunca lo volví a ver tomar un taxi para llegar a buscarme en todos los años que duró nuestra relación. Entró y nos encontró a todos medio borrachos desparramados en la cama. Lo besé arrechantemente. Me besó de nuevo. Me susurró: ¿pedimos una habitación? No le hice caso y seguí besándolo. Chari empezó a jugar con la luz, la apagaba y prendía, la apagaba y prendía. Yo ya me había olvidado de la gente y estaba que me lo comía en la cama. Vi que la Negra y Humberto también estaban agarrando y toqueteándose. Sentí una mano que me tocaba, una mano que pasaba por encima de la cabeza de mi novio. Me encontré con una mano extraña que tocaba su espalda por debajo del polo. Le pegué a Chari. Me desesperé y le metí algunos puñetes. Humberto le chupaba las tetas a la Negra. Yo le gritaba en el oído a mi novio: quiero que me hagas el amor. Chari molestaba a las dos parejas. Mi novio me arrancó el snicker rojo (lo recuerdo claramente, era un snicker rojo) y lo botó al piso. Empezó a comerme. Me lamió. Me penetró con la lengua. Yo no podía evitarlo y empecé a gemir, a gritar, le decía que me lo haga. Él empezó a gritar que no encontraba su jebe, empezó a buscarlo por todos lados. Metió la mano por debajo de la Negra y Humberto que estaba mordisqueándose. Yo quería que me lo hagan (y solo hace una semana acababa de dejar de ser virgen). Chari prendió la luz. La Negra estaba con las tetas afuera. Mi snicker rojo estaba en el piso. Todo pasó en pocos segundos. Yo cogí las sábanas asquerosas de ese sitio y me tapé. A Humberto se le fue la educación y empezó a gritar que apaguen la luz de nuevo. Mi novio me pasó mi pantalón y me lo puse. Pasó un rato más y ellos se fueron, se llevaron el ron selladito que trajo el novio. El novio mi mirí y dijo: uff, lamentó que se hayan llevado su ron y bajó a comprar condones. Yo llamé a mi mamá desde la cama del hotel para avisarle que llegaría tarde. El novio subió y me contrasueleó en la cama de cemento. El colchón era delgado y yo podía sentir el cemento en la espalda. No recuerdo cuántas veces lo hicimos. Solo que en una de ellas el condón se me quedó dentro. Ese día ocurrieron varias cosas: mi casi primera vez con público y mi primer sustazo por un embarazo no deseado.

Dalila

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